El Pulso de la Industria / Y ahora, China

Ing Thomas Karig

Finalmente, el Señor Trump amenazó a China con aranceles, y puso nervioso literalmente a todo el mundo. Y eso que, en vista del impacto que China tiene sobre el déficit comercial de los EUA, ese paso era más que esperado. Mucho más lógico, que pelearse con México, Europa, o por el tema del acero.

¿Qué implicaciones tiene esto para México, dado el dilema actual entre el futuro del TLCAN y las campañas políticas? Como siempre, conviene revisar las cifras para poder sacar conclusiones. Vamos a analizar la balanza comercial de México del año 2017.

México tuvo un déficit comercial con el mundo de 11 mil millones de dólares. Primera conclusión: México no es una potencia exportadora como China, Alemania o Japón que acumulan superávits multibillonarios desde hace muchos años. ¿Porqué? En primer lugar, la balanza petrolera se volvió negativa con 18 MMD, por la caída de los precios del petróleo y la importación de gasolina y petroquímicos.

Sin embargo, también China, Alemania y Japón son importadores netos de petróleo. En segundo lugar, México tiene superávit básicamente con EUA (132 MMD), pero déficits brutales con Europa y Asia. Y por supuesto destaca un país: China, que le genera a México un déficit de 67 MMD.

Entonces, una conclusión podría ser desearle el mayor de los éxitos al Sr. Trump. Se que eso nos cuesta trabajo, pero pensemos: si Trump logra reducir las importaciones de China, generando inversiones en Norteamérica, México se beneficia casi automáticamente por la integración que tienen las cadenas de suministro.

El otro gran reto de la balanza mexicana es el hecho que la industria automotriz es la única que genera un superávit importante, de 70 MMD. Esto tiene dos implicaciones: esta industria es indispensable para mantener la balanza mas o menos equilibrada. El gobierno, actual o futuro, tiene que hacer todo lo posible para protegerla.

Pero además, la política industrial de un futuro gobierno debería incentivar otras ramas industriales, como la electrónica y la aeronáutica, para poder reducir el déficit con Europa, Asia y China. Y porqué no, buscar también hacer competitivas las industrias tradicionales como la textil y la del calzado.

Si eso se logra, se puede generar mucho más empleo, y sustentable a futuro, que construyendo refinerías para producir un combustible que la tecnología automotriz va a abandonar tarde o temprano. Y sobre todo: la lógica política y comercial debe ser reducir los déficits que México tiene fuera del TLCAN, y no incrementar aun más el superávit con los EUA dejando de comprarle gasolina. Y la otra conclusión es: hay que salvar el TLCAN, casi a cualquier precio.

En el fondo sabemos que la alianza comercial con los EUA, con todo y su presidente, es nuestra mejor opción. Como dice un proverbio chino: “Un vecino cercano es mejor que un pariente lejano”.

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