La investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública, Arantxa Colchero, al hablar de las medidas impositivas para encarecer los alimentos nocivos, sostuvo que más de 60 países aplican impuestos a refrescos, entre ellos México.
Ello, estimó, tiene como efectos el encarecimiento del producto y también reducción de su consumo en 15 por ciento en promedio.
En nuestro país, añadió, se requiere actualizar estos gravámenes, considerando el contenido de azúcares, bajo el criterio de a mayor cantidad de azúcar, más impuesto, ponderó.
Se ha comprobado, dijo, que estas medidas permiten que la población más pobre y los grandes consumidores (probablemente afectados por enfermedades asociadas a la ingesta excesiva de calorías y azúcares) reducen su compra y consumo, lo que mejora su condición de salud, expresó.
Afirmó que los impuestos no afectan el empleo, pues las empresas que los producen venden también agua embotellada y además la mayor recaudación impositiva crea empleos.