El pulso de la Industria / Gerhard Schreiber – el último pionero

Por: Thomas Karig 

El día 30 de mayo falleció en Puebla el último de los pioneros de Volkswagen en México, Don Gerhard Schreiber. El fue parte del equipo directivo liderado por Hans Barschkis, enviados a México en 1964 para hacerse cargo de la operación de Volkswagen, en aquel entonces ubicada en Xalostoc, Estado de México. Schreiber ocupó la dirección de Finanzas de Volkswagen desde 1964 hasta 1988, y decidió permanecer en Puebla dedicando su tiempo a la atención de la comunidad alemana como Cónsul Honorario por varios años.

Aparte de los méritos de esta carrera profesional, Schreiber nos dejó un gran legado con su libro “La historia sin fin”, que relata la historia de Volkswagen de México, y con ello una buena parte de la historia de la industria automotriz, desde los inicios hasta 1996.

Y para recordar y honrar a Gerhard Schreiber, vale la pena repasar algunos de los hitos de los inicios de Volkswagen de México, para poder valorar el legado que nos dejaron estos pioneros sentando las bases para la industrialización de Puebla y de México.

La primera gran decisión que tuvo que tomar este equipo fue el reubicar la producción de los Vochos a una nueva planta, porque la de Xalostoc estaba rebasada con la demanda que ya tenía este icónico auto en 1963 con 6000 vehículos, en un mercado que apenas llegaba a 50.000 autos en todo el país. Rápidamente se decidió construir una nueva planta en Puebla. Schreiber relata que Puebla ofrecía, en aquel entonces, buenas condiciones de infraestructura, comunicación, mano de obra y calidad de vida, incluyendo la existencia de un colegio alemán. Criterios que siguen válidos hasta la fecha y que fueron decisivos también para Audi 50 años después.

Uno de los tantos retos que enfrentaba la industria era cumplir con el decreto automotriz. Schreiber califica como positivo el hecho que el gobierno mexicano nunca exigió más del 60% de contenido nacional, permitiendo así la actualización tecnológica de los autos hechos en México a través de componentes importados. Y el requisito de compensar las divisas llevó a la industria a buscar mercados de exportación ya en esos años, aunque a veces había que echar mano de artificios como el exportar café mexicano para importar las autopartes.

A Schreiber le tocó enfrentar dos eventos de “crisis sexenal” que formaban parte de la vida nacional, la de 1976 y 1982, con fuertes devaluaciones y caídas del mercado. En ambas ocasiones, la casa matriz en Alemania cuestionó la conveniencia de mantener las operaciones en México. Y sin duda Gerhard Schreiber, responsable de las Finanzas, tuvo un papel decisivo para convencer a sus accionistas que México seguía siendo un buen lugar para hacer negocio.

La historia le dio la razón. La incursión a los mercados de exportación a partir de finales de los 80’s le dio a Volkswagen la fortaleza de superar otras crisis que se presentaron en años posteriores, y finalmente tenemos como resultado un complejo industrial en Puebla que tiene la capacidad de producir casi un millón de autos al año entre Volkswagen y Audi.

Esto no se logró de un día para otro, y vale la pena recordar a hombres como Gerhard Schreiber que tuvieron un papel importante en esta historia. Yo tuve el privilegio de colaborar con él, primero como mi jefe en el área de Finanzas, y después como colega en la elaboración del libro, grandes aprendizajes que pude aplicar en mi carrera profesional.

Descanse en paz, Gerhard Schreiber, y desde aquí un abrazo para su esposa Leticia y sus hijos Stefan, Christian, Nayeli y Luis Gerardo.

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