Por: Thomas Karig
En el año 1900 el joven ingeniero Ferdinand Porsche presentó en Paris su primer invento: un auto eléctrico que tenía dos motores eléctricos en las ruedas delanteras, y tenía una autonomía de 50 km con una carga. La empresa que le compró el invento produjo y vendió 300 autos. Incluso llegó a haber taxis en Berlin con esta tecnología. Todavía en los 1920’es, casi todos los taxis de Nueva York eran eléctricos. Pero pronto, estos vehículos fueron desplazados por autos con motores a gasolina. La razón: éstos eran más baratos, tenían una autonomía mucho mayor, y el combustible se recargaba rápidamente y en todos lados.
Hoy estamos esperando que los autos eléctricos sustituyan a los autos a gasolina y diesel, y sin embargo esto no ha sucedido de una manera contundente en ningún lado del mundo. La razón: los autos eléctricos son más caros, tienen menos autonomía y requieren ser recargados en estaciones específicas. ¿Entonces nada ha cambiado?
Lo que ha cambiado en estos 120 años de desarrollo automotriz, es que en muchas partes del mundo el éxito del auto a gasolina se ha convertido en su principal enemigo. Las ciudades están contaminadas con los gases emitidos por los motores, la cantidad de autos hace que el avance en automóvil se tortuoso, y finalmente le agregamos que la combustión de gasolina o diesel genera CO2 que contribuye al cambio climático.
¿El auto eléctrico nos resuelve estos problemas? Definitivamente si el de la contaminación, por supuesto no el de los embotellamientos, y posiblemente el de los gases invernadero, dependiendo de cómo se produce la energía eléctrica para recargarlo.
En todo el mundo, las empresas automotrices están desarrollando, y algunos ya comercializando, los autos eléctricos. Los volúmenes de venta siguen siendo bajos, porque el precio es relativamente alto. Pero estamos viendo que los gobiernos en algunas partes del mundo están tomando medidas que van a motivar a los consumidores a considerar la compra de un auto eléctrico.
De los 90 millones de autos vendidos en el mundo en 2018, 1.26 millones fueron eléctricos, y 770 mil de estos se vendieron en China. El gobierno chino está apoyando la producción y la venta de estos autos por varias razones. Una es la grave contaminación de sus grandes urbes, que ya no otorgan permiso de registrar autos nuevos con motores a gasolina. La segunda es que China importa gran parte de su petróleo y quiere reducir la dependencia de este insumo. Y la tercera es que China se quiere convertir, y de hecho ya lo está logrando, en el líder tecnológico de este nuevo segmento del mercado.
En Europa, los autos eléctricos pronto aparecerán en las calles, porque muchas ciudades ya empiezan a restringir la circulación de autos a gasolina. Algunos países han anunciado la prohibición de vender autos con motores de combustión interna a partir de 2030, en los países escandinavos, Irlanda y Holanda, o 2040, como es el caso de Francia, España y el Reino Unido.
En Estados Unidos, la incursión del auto eléctrico podría detenerse casi totalmente si Donald Trump avanza con su propuesta de no hacer más estrictos los requerimientos de emisión de CO2 para vehículos, de manera de que estos se cumplan también con motores a gasolina. Y en el resto del mundo, el auto eléctrico sencillamente no es tema.
La industria automotriz está enfrentada, entonces, con una situación totalmente heterogénea en el mundo, que va a requerir respuestas muy diferentes en cada mercado. Un gran desafío que obligará a nuevas estrategias y alianzas.
Es un hecho que Ferdinand Porsche se hizo famoso, no con su auto eléctrico, sino con un auto a gasolina dotado de un motor revolucionario (enfriado por aire) y sobre todo, asequible para una gran mayoría: el Vochito. La solución al tema de movilidad, hoy no está solo en nuevas (o viejas) tecnologías, sino también en políticas públicas que nos conduzcan a lo que realmente necesitamos: una movilidad sostenible.
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