El Pulso de la Industria / Ni guerra ni apocalipsis

Por: Thomas Karig

Hace un par de días, conversaba (por vía remota) con un buen amigo sobre la situación, y la falta de liderazgo para superarla y dar una perspectiva de futuro. Y él me preguntaba: ¿cómo le hicieron los alemanes para reconstruir su país después de la guerra?

No le contesté en ese momento, pero me puso a pensar.

Primera conclusión: no estamos en guerra, aun cuando algunos políticos les gusta usar el término porque les encanta verse como mariscales de campo. En la guerra, hay destrucción de ciudades, fábricas y carreteras, hay muertos en batalla y daños colaterales, hay hambre y una disrupción total de la vida de una sociedad. Tampoco es el apocalipsis tipo película de ciencia ficción donde los alienígenas atacan y destruyen la civilización en el planeta Tierra.

Al contrario, la crisis actual se desarrolla en silencio, cada quien en su casa frente a su tele y su teléfono inteligente, con suficiente de comer y de beber. Claro que hay un frente donde hay acción, son los hospitales, la cadena de suministro de alimentos, los servicios públicos…Y ahí, en las salas de emergencia y cuidados intensivos, si se está librando una batalla. ¿Contra quién? Contra la falta de equipos y personal, la escasez de medicamentos, la desorganización. ¿Entonces, donde está el enemigo?

La crisis nos pone en evidencia las deficiencias de los sistemas que hemos construido como sociedad. Y no solamente se trata de la ineptitud de uno u otro gobernante. Las deficiencias se vienen arrastrando desde hace muchos años, y tienen que ver también con el poco interés que ponemos los individuos en el bien común. Hasta que resulta que el bien común también es nuestro bien, porque el ventilador que necesito cuando me enfermo no lo tengo en casa, y tan solo porque la imposibilidad de evitar que haya muchos enfermos también me amenaza a mí.

Regresando a Alemania, tal parece que también ahora los alemanes tienen la capacidad de enfrentar al virus mejor que otros. Hay suficientes lugares en cuidados intensivos, con todo y ventiladores, pero lo más importante: la gente acata las medidas de distanciamiento, y el sistema de seguridad social asume gran parte de los salarios de las empresas paradas porque así está concebido.

Todo esto es operado por una administración pública que está formada, en todos los niveles, por profesionales que no responden a ningún partido político, sino a su vocación de hacer las cosas bien. Esto, por cierto, también fue uno de los factores decisivos para reconstruir el país después de la guerra. Y para mayor fortuna de los alemanes, su jefa de gobierno es una científica que toma decisiones fundamentadas, y además, como hija de un pastor luterano, sabe cómo hablarle a sus feligreses.

La prueba verdadera para Alemania vendrá en el momento en el que haya que proteger la integridad de la Unión Europea, y apoyar a otros países menos afortunados.

La conclusión es: con instituciones que funcionan, la democracia y la economía de mercado son la mejor manera de enfrentar las crisis. El sistema no es perfecto, pero es perfectible cuando todos estamos de acuerdo en ayudar a perfeccionarlo. El virus nos está mandando una señal. Hay muchas cosas que podemos hacer mejor, en casa, en la empresa, y como sociedad.

No es el apocalipsis, pero si es un llamado del futuro. La próxima crisis puede que sea de a de veras.

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