El Pulso de la Industria / Industria automotriz: ¿que sigue después del virus?

Por: Thomas Karig

Las plantas de la industria automotriz estarán arrancando nuevamente en las próximas semanas, o por lo menos eso esperamos. Hay mucha presión por parte de las armadoras en Estados Unidos de recibir los insumos que los proveedores mexicanos surten. Si no se pueden cumplir esas expectativas, la posición de la industria de autopartes mexicana como un jugador importante en la cadena de valor se podría ver cuestionada. Balancear este compromiso contra la prioridad de la salud de sus trabajadores, va a ser un gran reto para las empresas.

De por sí está en la agenda de la industria a nivel mundial la revisión de la cadena de suministro, para hacerla más robusta previendo nuevos desastres. Lo cierto es que las armadoras difícilmente tienen transparencia más allá del 1er nivel de proveeduría. Ahora va a ser necesario documentar todos los eslabones, para poder tomar decisiones sobre las necesidades de reestructuración. Y precisamente, para la industria automotriz mexicana, esto puede ser una gran oportunidad. Si la tendencia va a ser buscar alternativas para proveedores asiáticos y europeos en Norteamérica, México puede ser una buena opción. Por eso la importancia de poder responder cuando las armadoras arranquen.

Adicionalmente, las nuevas reglas del T-MEC obligan a una mayor integración regional. Esperamos pronto conocer las fórmulas detalladas para poder calcular los contenidos que permitan el acceso preferencial. La tarea administrativa va a ser considerable, y no va a ser cosa nada más de las armadoras. Todos los proveedores de la cadena tendrán que participar en el cálculo y hacerse responsables de la documentación de los contenidos. El otro efecto que va a generar el cumplimiento de las nuevas reglas de origen va a ser económico. El alcanzar los parámetros de origen en muchos casos va a generar sobrecostos, por efectos de escala negativos, y la amortización de inversiones adicionales. Esto va a generar más presión para la negociación de los precios con los proveedores.

La mayor incógnita, como siempre, es el mercado. ¿Los clientes regresarán a comprar los mismos autos, SUVs y camionetas, como antes? Es lógico pensar que la recuperación va a ser lenta, por el mismo impacto que el paro tuvo sobre los ingresos. El crédito, a menor costo que antes, puede ayudar. Pero la elasticidad de este mercado es grande, el que ya tiene un auto con un par de años encima, puede esperar otro tanto para comprarse uno nuevo.

Con toda esta incertidumbre, un concepto que surgirá con fuerza después de la crisis es el de la Resiliencia, entendida como la habilidad de sobrevivir y prosperar superando eventos impredecibles, cambiantes y potencialmente amenazantes.

Tener un sistema de Gestión de Riesgos en la empresa es indispensable para la prevención y mitigación de fenómenos como el que estamos viviendo. Pero igualmente importante es la capacidad de la organización para reaccionar y actuar oportunamente ante situaciones imprevistas, algo que hoy conocemos como Agilidad. Resiliencia y Agilidad se construyen con sólidas políticas de Gobernabilidad e Integridad, que otorgan libertad de actuación a los empleados, dentro de un margen perfectamente delimitado, y generan una mentalidad de rendición de cuentas.

En estos tiempos que obligaron al “home office” y al control remoto, fue evidente la importancia de que nuestros colaboradores puedan actuar con autonomía, para asegurar los resultados y tomar las decisiones correctas. El modelo de liderazgo es muy diferente en este contexto, un gran reto para los líderes tradicionales. Si logramos transferir tan solo ese aprendizaje a la nueva normalidad, habremos aprovechado la crisis.

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