La vivienda de interés social en la ciudad de Puebla es un mercado privado financiado por el estado, con una producción que no garantiza el confort de los ocupantes, aunado a que más de la mitad de la población carece de prestaciones sociales como Infonavit que le permitan acceso a un crédito para su hogar.

La investigadora adjunta del Observatorio de Salarios de la Ibero Puebla, doctora en geografía económica, Mar Estrada Jiménez, dijo que el 53 por ciento de la población, misma que se encuentra en condiciones de pobreza, ni siquiera tiene la oportunidad de un crédito y queda en marginación.

Los niños crecen en ambientes hostiles en su entorno, donde ambos padres laboran con dobles jornadas, quedando los menores en indefensión y reproduciendo el ciclo de pobreza y violencia, incluidas situaciones de narcomenudeo.

Estrada Jiménez estimó que la vivienda en manos del sector privado implica que esta controla la producción y precios, además de las calidades, mientras que el financiamiento proviene del Infonavit interviniendo el mercado.

La pobreza lleva a condiciones que no son óptimas para el desarrollo de un ser humano, donde hay gente que no come todos los días y carece de acceso a servicios de salud.

La especialista en salarios, desigualdad, segregación y mercado inmobiliario, evidenció que la vivienda social en promedio cuenta con una superficie de 51.7 metros cuadrados, pero la mayoría está en rangos de 38 metros cuadrados, mientras en la económica de 72.99 metros cuadrados.

En contraste la vivienda media suma 114.75 metros cuadrados, la residencial con 188.67 metros cuadrados y la residencial más de 300 metros cuadrados.

En el caso de la vivienda a crédito, los viviendistas se hicieron en muchos casos de terrenos valuados en dos pesos por metro cuadrado en territorio ejidal, producción a escala –en masa-, materiales de baja calidad y sistemas constructivos sin aislamiento acústico, sin el confort necesario y con grupos familiares hacinados.