El sindicato de los privilegiados

Thomas Karig

La huelga del sindicato UAW tiene en paro a 33,000 trabajadores en media docena de plantas de las armadoras americanas. La huelga ya dura 4 semanas, y ha obligado a las armadoras a despedir trabajadores en otras plantas que dependen de suministros de las fábricas en paro.

El sindicato tiene un triple propósito: obtener un incremento significativo de los salarios para compensar la inflación, recuperar las prestaciones de salud y pensiones que sacrificaron en la crisis del 2008, y proteger a la plantilla de la reducción del empleo que podría conllevar la transición a los vehículos eléctricos.

Lograr todo esto al mismo tiempo y con las tres armadoras parece poco menos que imposible. Pero también se entiende que el sindicato está actuando bajo la premisa de “ahora o nunca”.

Los trabajadores de la UAW están defendiendo una posición privilegiada dentro de la industria. El salario promedio de un trabajador automotriz en las armadoras americanas es de 28 dólares por hora, lo cual significa un ingreso mensual de 4,500 dólares. Esa es una cifra muy comparable a otro gremio privilegiado en la industria automotriz, los alemanes organizados en la IG Metall.

A ese ingreso se le suman una serie de prestaciones que llevan, según algunos analistas, el costo para las armadoras casi al doble: mas de 100,000 dólares al año por trabajador.

La UAW en Estados Unidos opera en un entorno que no es muy favorable para los sindicatos. No hay una regla general que obligue a una empresa, del tamaño que sea, a sindicalizar a sus trabajadores. Muchos estados de la unión dificultan la intervención de los sindicatos, lo cual ha dado lugar a que la mayoría de las nuevas plantas armadoras se ubiquen en el sur de Estados Unidos, pagando salarios considerablemente mas bajos que los de la UAW en el norte, pero que siguen siendo competitivos a nivel local.

Algún día se tendrán que poner de acuerdo las partes, y las empresas tendrán que absorber un incremento en sus costos. Normalmente, esto le pone presión a la productividad, vale decir hacer más con menos gente. Según el Departamento del Trabajo de Estados Unidos, las armadoras en Estados Unidos, de todas las marcas, emplean a 330,000 personas en 2023, cuando en 2018 eran 234,000. En 2018 se fabricaron 11.3 millones de autos en ese país, y para 2023 se esperan 10.7 millones. Puede haber muchas razones para esa tendencia contradictoria, pero algo está claro: la productividad no mejora. Y ni siquiera ha entrado en la ecuación la cuarta demanda de la UAW: reducir la semana laboral de 40 a 32 horas.

Es casi seguro que los que tendrán que absorber una parte de los incrementos en costo van a ser los proveedores de estas tres empresas a través de los precios de las autopartes. Váyanse preparando!

El sindicato está, legítimamente, tratando de mejorar las condiciones de sus agremiados. Pero que haya escalado tanto el conflicto, es un indicador que las empresas han descuidado la relación con sus empleados. Les va a salir caro, y pueden salir perdiendo ambas partes.

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