Alito, se va quien gana y quien pierde

René Sánchez Juárez

La polémica presidencia del PRI que encabeza Alejandro Moreno enfrenta una vez más un revés político, esta vez a través del Instituto Nacional Electoral, que le ha invalidado la reforma a los Estatutos de su partido para extender su mandato hasta pasadas las elecciones presidenciales de 2024.

Por lo tanto, Alito deberá abandonar la dirigencia el 18 de agosto y el PRI tendrá que convocar a un proceso interno para elegir al nuevo dirigente.

El INE determinó por seis votos a favor y cinco en contra, que las reformas aprobadas el 19 de diciembre en una sesión del Consejo Político Nacional, no cumplieron con la normatividad establecida para modificar sus documentos básicos. Por lo que Miguel Ángel Osorio Chong y Claudia Ruiz Massieu impugnaron la reforma, ya que la única autoridad interna para reformar los documentos básicos es la Asamblea Nacional y el Consejo sólo con causa justificada cuando la Asamblea no pueda hacerlo.

La presidencia del PRI argumentó que era necesario modificarlos para adecuarlos al “plan B” de la reforma electoral, pero la autoridad electoral determinó que cuando el PRI avaló las modificaciones estatutarias, el “plan B” no había sido concluido su trámite legislativo ni había sido promulgado (en el momento de la votación del INE).

De confirmarse que Alito deja la presidencia, porque ahora impugnará ante el TEPJF, representa una oportunidad para las bases del partido que puedan recuperar al partido que ha sido secuestrado por las cúpulas que lo llevaron a pactar con sus opositores naturales con la esperanza de acceder nuevamente al poder; sin embargo, en la presidencia de Alito ha perdido la mayoría de las elecciones locales, así como las federales y este 2023 todo indica que perderá el Estado de México que siempre ha gobernado el PRI.

Otro escenario es que aparezca un liderazgo alternativo, dejando a un lado el peñismo de Chong o un subordinado de Alito, lo que representaría una oportunidad para que el PRI se refundara y repensara sus documentos básicos para regresar a ser el partido que alguna vez fue.

Otra opción es que a través de un acuerdo cupular llegue un líder dispuesto a colaborar con el presidente Andrés Manuel López Obrador, lo que volvería al partido en un aliado más como es el Partido Verde Ecologista de México.

Lo único cierto es que en cualquier escenario descrito el PRI pierde, ya que no representa la fuerza electoral que tenía hace cinco años cuando conquistó la presidencia con Peña Nieto, se ha convertido en el segundo partido de importancia en la alianza “Va por México”

Ya veremos qué resulta y si el PRI sigue siendo un partido con vocación de poder o se asume en la oposición como un partido opositor lo cual le cuesta mucho, o busque sobrevivir a su crisis y tratar de mantenerse como tercera fuerza política, posición que le pelean al PVEM y Movimiento Ciudadano. Por ahora los panistas están de fiesta porque sin tener un liderazgo, ni demostrar ser la opción de gobierno a Morena se benefician de la crisis del PRI.

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